El 9,16% de la población del país viven cerca de la cuenca del rio Matanza Riachuelo poniendo su salud y vida en riesgo producto a la gran contaminación presente en el suelo, el aire, y el agua. Cáncer, alteraciones neurológicas, abortos espontáneos, hepatitis, dengue, entre otros, son solo algunas de las potenciales enfermedades a las que se exponen diariamente sin siquiera percatarse.
La cuenca Matanza-Riachuelo ocupa una superficie de 2.200km2 y comprende a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios de Almirante Brown, Avellaneda, Cañuelas, Esteban Echeverría, Ezeiza, La Matanza, Lanús, Las Heras, Lomas de Zamora, Marcos Paz, Merlo, Morón, Presidente Juan D. Perón y San Vicente. Debido a su amplia extensión, la cuenca se divide en tres sectores; baja (altamente urbanizada y que desemboca en el Rio de la Plata), media (periurbano) y alta (rural y donde existe condiciones ambientales regulares).
El gran crecimiento demográfico del Gran Buenos Aires, el proceso de sustitución de importación y la industrialización que se fue dando a partir del año 1930, fueron las principales causas del comienzo de la contaminación de la cuenca. La necesidad de transporte, un sistema de distribución de agua potable y cloacas, la deposición de residuos domiciliarios e industriales conllevaron a grandes problemáticas ambientales.
Debemos ser conscientes de que lo que menos tiene el riachuelo es agua, ya que su cauce se encuentra, como consecuencia de nuestro descuido, compuesto de sustancias químicas y aguas servidas. Tanto es así, que es conocido como uno de los más afectados del mundo. En la cuenca podemos encontrar 100 basurales, un polo petroquímico con casi 50 empresas y 88 embarcaciones abandonadas. La emanación de gases de la putrefacción del suelo es altamente toxica, y no es solo el aire el que se ve afectado, la contaminación se filtra a las cloacas y a las napas subterráneas contaminando los suelos y el agua potable.
No es coincidencia que la cuenca baja es la más contaminada y la más urbanizada al mismo tiempo. A pesar de que ninguna esta exento de las problemáticas de salud que trae, existen grandes asentamientos de viviendas precarias en los márgenes del rio, siendo aquellos que viven allí los más afectados ya que no cuentan con redes de agua potable, cloacas o desagües pluviales. La cuenca fluye, arrastrando y depositando en sus márgenes enormes cantidades de basura, contaminación biológica y química, dejando a su paso victimas del descuido. Debemos ser conscientes de la toxicidad del Rio y su amenaza a nuestra salud. Son millones de personas quienes diariamente mueren a causa de enfermedades que se contagian culpa de la agravante contaminación.
Debemos tomar conciencia de lo que ocurre y no vivir en ignorancia. Solemos pasar cerca del rio y quejarnos del notorio olor y culpar a la sociedad, a las industrias, y a los basurales e ignoramos que somos culpables también. Debemos tomar acciones como el proyecto Acumar, que hace ya varios años viene trabajando con el fin de limpiar la cuenca y revertir nuestros daños, y juntos colaborar para poder reducir nuestro impacto en la cuenca de la Matanza Riachuelo. Todavía no es tarde para el cambio, y limpiar el ambiente en el que vivimos.